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La Emoción de la Colmena

Pablo Latapí

Hace unos años, mientras realizábamos un reportaje sobre chamanismo en el Desierto de Sonora, cerca de la ciudad de Tucson, Arizona, tuvimos el privilegio de encontrarnos con el maestro Pedro, un descendiente de los primeros indios habitantes de Estados Unidos. A pesar de disfrutar de las comodidades de la ciudad, Pedro, un hábil chamán, se aventuraba solo al desierto al menos una semana cada dos meses.

Cuando le preguntamos por qué lo hacía, respiró profundamente y nos explicó que iba en busca del susurro del desierto, algo que solo escuchan aquellos que se detienen en silencio y dedican tiempo a sintonizarse con los sonidos naturales del viento, las aves y los habitantes del desierto, como coyotes, serpientes y zorrillos.

ESTA EDICIÓN

EN PORTADA

Alejandro Armenta

Pensar en grande

EL MURMULLO DEL DESIERTO. Poco después, tuve la suerte de leer la notable novela «El hombre que susurraba al oído de los caballos», de Nicholas Evans, que narra cómo un vaquero contemporáneo rescata a una adolescente y su caballo, ambos sumidos en una profunda depresión tras un terrible accidente. La terapia consiste en hablar suavemente al oído del caballo y escucharlo, lo que gradualmente lleva a la joven a acercarse a ellos, iniciando así un proceso de sanación. EL SUSURRO DE LOS CABALLOS. En la Selva Lacandona, mi tocayo Pablo Chankin, un lacandón de pura cepa, nos invitó a conocer las especies animales que habitan ese magnífico ecosistema. Sentados en silencio durante horas, escuchamos los murmullos que se esconden tras los gritos de los monos saraguatos y las numerosas especies de aves que revolotean entre los árboles. Llegamos a «escuchar» la presencia de animales emblemáticos como el tapir o el jaguar.

Jalisco

en portada

César Lozano

UNA MISIÓN Y UN DESTINO

EL MURMULLO DE LA SELVA. Cuando se dedica suficiente tiempo y atención con la intención correcta, se puede escuchar el susurro o murmullo del desierto, de los caballos, de la selva y, ¿por qué no?, de las empresas. EL MURMULLO DE LAS EMPRESAS. Aplicando la estrategia del viejo chamán Pedro, el entrenador de caballos, o mi tocayo lacandón, para escuchar el murmullo de una empresa, es necesario sentarse y prestar atención a lo que se mueve bajo las voces más estridentes, ya sean de los más inconformes o de los aduladores de la organización. Debajo subyacen voces suaves que, bien escuchadas, revelan el verdadero estado de la empresa. Cuando la descomposición en una organización avanza o hay conflictos, se escucha lo que conocemos como «radio pasillo», rumores que reflejan el malestar de un sector del personal. Pero si la organización marcha bien, ese murmullo es el reflejo del estado de ánimo del personal, y escucharlo es una herramienta poderosa para intervenir emocionalmente en ellos o fortalecer creencias y actividades dignas de atención por parte de los ejecutivos. Escuchar el murmullo de una empresa requiere paciencia y una gran capacidad receptiva. Es importante estar lo suficientemente cerca del personal para captar esos murmullos, pero también lo suficientemente lejos para no formar parte de ellos. Esto se logra, por ejemplo, saludando a todos los trabajadores durante los recorridos por la organización y deteniéndose con aquellos que vale la pena escuchar. EL MURMULLO DE LA EMPRESA. 

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Es todo un arte, pero esencial si se desea fomentar relaciones positivas en la organización. Según los gurús del management, saber escuchar el murmullo de la organización conduce casi automáticamente a saber qué acciones tomar.

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